29 de mayo – Santiago a La Coruña

Hoy por la mañana, salimos de Santiago—por autobús esta vez, no a pie—para ir al último destino del Camino: Finisterre. Aunque muchos peregrinos terminan su peregrinaje en Santiago, hay varios que continúan hasta el océano Atlántico, y los que hacen esta parte del Camino llegan a Finisterre.

Desafortunadamente, me puse muy mareado en el autobús, pero empecé a sentirme mejor cuando salí y miré el paisaje bello de Finisterre.  Nuestra profesora nos ensayó un cementerio al lado de la carretera que ha ganado premios de arquitectura.  No se ve como algo muy especial, pero la integración de los cubos en la naturaleza y el formato del cementerio son elementos bastante innovadores.

Antes del faro, había una piedra como las que habíamos visto durante el Camino que decía “0,0 kilómetros” para marcar el fin del peregrinaje.  Me habría gustado ver una como ésta en Santiago cuando llegamos al catedral, pero como algunos peregrinos continúan hasta Finisterre, también es lógico que haya una allí.

Llegamos al faro de Finisterre, el cual es necesario porque las aguas de esta zona son muy violentas, y hay muchos accidentes con los barcos.

Finisterre se llama así porque antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, se creía que este punto era el más occidental del mundo, o sea, el fin de la tierra.  Mirando el océano desde este punto, podía entender por qué se creía eso—se veía como si no existiera nada más menos agua.

Todos sacamos fotos de nuestra contemplación del mar, y me gusta la mía.  Las nubes en el cielo hacen la foto muy dramática.

Antes de regresar al autobús, nuestra profesora nos dejó probar algunas galletas tradicionales y cerezas.  Había galletas normales e integrales, y aunque las normales eran más dulces, me gustaron más las integrales.

Fuimos a un bar para comprar bocadillos de tortilla francesa con tomates para llevar, y los comimos en el autobús.  Nuestra próxima parada fue Muxia, donde también había vistas muy bellas de la costa.  Saqué muchas fotos de las rocas allí, y participamos en la tradición de pasar a cuatro patas por debajo de un arco de piedra que estaba allí.

Vimos muchos mariscos allí, incluso los mejillones.  Los que vimos no eran tan grandes como los que se comen, pero adornaban las rocas muy bien.

Regresamos al autobús para ir a La Coruña, nuestro destino final del viaje. Nuestro hotel aquí es muy bonito, y está cerca de un centro comercial y muchos restaurantes. Creo que vamos a gozar mucho de nuestro tiempo aquí, y es una pena que sólo tengamos dos días más.

Hoy no cenamos con nuestra profesora, pero el resto de nosotros decidimos cenar juntos.  Como habíamos comido mucha comida tradicional, decidimos ir a un restaurante italiano para probar algo diferente.  El restaurante donde cenamos tenía muchísimas opciones y me costó mucho escoger un plato, pero lo que pedí (los ñoquis con una salsa que se llamaba tuco) fue delicioso.

Después de cenar, regresamos a nuestro hotel para terminar nuestras presentaciones.  La mía es mañana por la mañana, así que voy a descansar ahora para estar listo a presentar mañana. ¡Chao!

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